El pasado enero, en plena crisis de la industria del automóvil, Renault denunciaba un oscuro caso de espionaje industrial.
El Gobierno, dueño del 15% de la empresa que los españoles no sabemos pronunciar* lo calificaba de ‘guerra económica’ y movilizaba a los servicios secretos.
* En Francia se ríen mucho de nuestro ‘Renol’, se dice [guenó]

Intriga, suspense. El diario conservador Le Figaro desvelaba una trama china en la operación.
¡Bingo! Todo encajaba, los chinos, la crisis, espionaje sobre el coche eléctrico…
El asunto terminó con el despido de tres altos cargos de Renault, y todos tan panchos. Menos los tres ejecutivos en paro, claro.
El Gobierno casi sacando pecho: «la industria francesa es tan puntera que los chinos nos espían». Todo conforme a las exigencias del guión… Hasta que un par de meses después se van conociendo los detalles de la investigación.
Sencillamente: no hay nada. Acaso una evasión fiscal a Suiza, de las de andar por casa, que despistó a los investigadores.
En fin, algo sí hubo; un ‘informador anónimo’ que se embolsó 250.000 euros por el falso chivatazo… En resumen: un tipo timó al gigante automovilístico.
En medio del choteo generalizado la prensa lo bautiza ‘vraie-fausse affaire d’espionnage industriel’ un (verdadero-falso escándalo de espionaje industrial). La película de espionaje de la marca del rombo se convertía en una de serie B, de dos rombos.

Este lunes ha dimitido el número 2 de Renault, su director general Patrick Pélata, tras un Consejo de Administración dedicado a analizar las conclusiones de la auditoría que encargaron para saber qué pudo fallar.
Pero no lloréis todavía por este chivo expiatorio del espionaje. Se queda en el grupo, en un puesto menos expuesto y santas Pascuas, nunca mejor dicho, que están a la vuelta de la esquina.
Otros tres ejecutivos han sido suspendidos y se ha llegado a un acuerdo para indemnizar a los que fueron verdaderamente despedidos por las falsas acusaciones. ABC dice que es por las presiones del Gobierno.
Y es que, si Francia tiene una gran tradición de indignación y protesta, como recordaba esta semana Carmela Ríos, también tiene una larga tradición de escándalos político-empresariales más o menos incomprensibles, véase Clearstream, o el caso Elf, que casi le cuesta la vida a Eva Joly.
UPDATE nº2: L’Express ha publicado hoy la grabación de la charla con tintes mafiosos entre un ejecutivo de la empresa y Matthieu Tenenbaum, uno de los primeros chivos expiatorios del espionaje, en el momento del despido. Quita el hipo. Quizás la traduciremos un día de éstos porque vale la pena.
ÚLTIMA HORA: A Nadine Morano (ministre auprès du Ministre du Travail, de l’Emploi et de la Santé, chargée de l’Apprentissage et de la Formation professionnelle) pues eso, ministra, le han preguntado por el escándalo de Renault en la tele.
La ministra ha respondido que «le gustan sólo algunas canciones de Renaud«. ¿?¿?
Por supuesto, el gazapo se ha convertido en la guasa del día en Twitter e internet en general. Ejemplo: «Fukushima? Lo siento, no conozco todas las canciones de Tokio Hotel».