
Cruasán Ramadán: día 2

Cruasanes, mi Ramadán no ha empezado precisamente como Dios manda. En Lorient amanecía esta mañana a las 6:57. El despertador sonaba a las 6:30 y sin dudarlo lo apagué , no regrets. «Que no se te olvide beber agua por la mañana, es super importante para aguantar el día» me decía mi colega Sami, musulmán de pura cepa. Mi espíritu vago y en vacaciones ganaba la partida. Los rayos de sol me despertaron a las 9:30: demasiado tarde, empieza la jornada de ayuno.
Las primeras horas no fueron mal. Me acostumbré al sonido extraño de mis tripas suplicando un desayuno y pude concentrarme en el trabajo. A mediodía hice una pausa para hacer la siesta, sin comer claro está, y me fue de gran ayuda. Me levanté con ganas de trabajar y con algo de sed. Acompañar a mi colega Florencia a hacer un reportaje sobre «el arroz con leche» fue la peor parte. Bueno, no fue la peor, la peor fue darme cuenta de que al «no creer», al no ser musulmana, mis ganas de Ramadán flaqueaban con más facilidad. Si no fuera por Sami, me sentiría terriblemente sola. Todo el mundo come a mediodía, entre horas, en las pausas-café, con el cigarro, ¡se come! Comemos mucho.
En Lorient anochece a las 21:40. Sami y yo ya hemos elegido un restaurante para celebrar nuestro primer día de Ramadán superado. Más mañana…
Cruasanes, el Ramadán comienza en unas horas. El mundo musulmán se prepara para 28 dias de ayuno. Y desde nuestro blog, hemos decidido, siempre con el mayor de los respetos, vivir de primera mano esta experiencia. Sin ánimos de imitar a Samanta Villar (ni muchísimo menos, queremos ser mas profesionales), os contamos el día a día de una persona no creyente que, guiada por un musulmán, vivirá este periodo de recogimiento. Las horas pasan, el Ramadán comienza.
El canto de un muecín de la Meca para ambientar, cortesía de The free sound project.